La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que entre el 20% y el 48% de la población adulta de nuestro país sufre –o ha sufrido– en algún momento la dificultad a la hora de conciliar o mantener el sueño. Además, también indican que alrededor de un 10% de los casos es debido a algún trastorno de sueño crónico y grave, pero lo cierto es que esta cifra podría aumentar porque muchos pacientes no están diagnósticados. Además, y aunque muchos trastornos del sueño son tratables o prevenibles, al menos de un tercio de los pacientes buscan ayuda profesional.
Con respecto a las franjas de edad, se ha percibido que los problemas de sueño no son ya nada específico de los adultos, sino que también se están dando entre la población más joven. Es más, durante la pandemia se han realizado múltiples estudios en relación al insomnio. Según el doctor Vitsidis, que ha publicado en una prestigiosa revista un estudio que incluía a 2.427 personas, un 37,6% de éstas tenía problemas de sueño, siendo las mujeres y los habitantes de las ciudades los más vulnerables.
Entre el 20% y el 48% de la población adulta sufre problemas de sueño En este sentido, el Dr. Juan Carlos Percovich, endocrino de Ruber Internacional Centro Médico Habana, explica que en la fisiopatología del insomnio existe un estado de hiperactivación psicofisiológica en el que se ve implicada la actividad cerebral, vegetativa y el sistema endocrino, secundarios en parte a la activación desmedida del sistema de respuesta al estrés mediante alteración del eje CRH-ACTH-cortisol y simpático y del ritmo de secreción de citoquinas proinflamatorias (IL-6 y TNFalfa).
«Por consecuencia, muchos autores consideran el insomnio como un estado de hiperalerta o trastorno de la vigilancia que dura las 24 horas del día, lo que produce fatiga continua en los que lo padecen», subraya.
Según afirma el especialista, algo muy importante en el sistema hormonal es el ritmo circadiano, que no es otra cosa que los cambios físicos, mentales y biológicos que se producen de forma rítmica durante 24 horas. En esta linea, el sueño es el ejemplo más claro. «El marcapaso que regula el sueño se encuentra en el tronco del encéfalo y en el diéncefalo y el estímulo más importante es la exposición a la luz solar, por eso se usa en el tratamiento de los trastornos circadianos del sueño y en los trastornos afectivos estacionales», detalla Percovich.
El insomnio como un estado de hiperalerta Y añade: «La melatonina, es una hormona sintetizada en la glándula pineal que se empieza a secretar en la tarde y hasta las 5:00 am, momento en que disminuye antes de la aparición de la luz. La melatonina como fármaco puede ser útil para el tratamiento del insomnio de conciliación, sin embargo, no ha demostrado utilidad en el mantenimiento del sueño», puntualiza.
Existen diversas alteraciones en el ritmo circadiano de muchas otras hormonas durante las alteraciones del sueño. «Por ejemplo, la hormona del crecimiento (GH) disminuye su secreción al inicio del sueño, el cortisol se ve incrementado por la tarde durante el insomnio, y la hormona que estimula a la glándula tiroides (TSH) aumenta por la falta de sueño. En cuanto a las hormonas sexuales, en el envejecimiento las ondas lentas del sueño se ven reducidas por el poco aumento de la testosterona al inicio del sueño. Algo parecido se podría dar en la apnea del sueño», destaca el Dr. Percovich.
En la etapa reproductiva de la mujer, explica, el ritmo circadiano de la hormona luteinizante (LH), también conocida como lutropina, cambia de acuerdo a la etapa del ciclo menstrual y en la menopausia los niveles de gonadotropinas están elevados y eso produce los sofocos y las alteraciones en la calidad del sueño. No obstante, con la terapia sustitutiva con hormonas se puede mejorar. «Estudios recientes sugieren que los trastornos del sueño están asociados con un aumento de la irregularidad menstrual, subfertilidad / infertilidad», comenta Percovich.
Existen diversas enfermedades que se pueden ver empeoradas por las alteraciones del sueño o de forma inversa. De acuerdo con el Dr. Juan Carlos Percovich, está demostrado que el síndrome de apnea del sueño (SAHS) es uno de los posibles causantes de diabetes Tipo 2 y la obesidad es el principal motivo de este síndrome y viceversa.
El hipotiroidismo no controlado se asocia con una elevada prevalencia de la apnea del sueño, sin embargo, existen otras enfermedades endocrinológicas relacionadas también con el insomnio, como la acromegalia (secreción excesiva de hormona del crecimiento) y el síndrome de Cushing (trastorno hormonal)
¿Cómo se puede combatir el insomnio?
El abordaje del insomnio debe partir de un diagnóstico certero, en el cual se debe de descartar diversas enfermedades endocrinológicas que produzcan insomnio. El tratamiento empezará por el cumplimiento de las medidas de higiene del sueño. Las medidas son muchas, pero necesarias y efectivas. Sólo hay que crear un hábito y hacerlo diariamente. En primer lugar, debemos cumplir horarios al acostarse y despertarse, ir a la cama únicamente cuando se tiene sueño y evitar siestas largas.
Además, detalla el especialista, se debe reducir el alcohol, cafeína e hipnóticos y no consumir comidas copiosas antes de acostarse. Tampoco se debe olvidar mantener la habitación bien ventilada, con luz y temperatura adecuada, así como sin ruidos. Eludir el estrés durante la noche es muy importante, como también el realizar ejercicios físicos por la tarde y, por supuesto, ejercicios de relajación antes de acostarse.
«Si no se cumplen estas pautas, el tratamiento está destinado al fracaso. No obstante, si la situación lo requiere, se pueden emplear medidas farmacológicas», concluye el doctor.
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