Puedes empezar por medio de acciones simples que te permitan conseguir metas más grandes cada vez. Toma nota:
Registra tus gastos: para ahorrar es básico saber cuánto gastas. Quizá te dé flojera, pero te aseguramos que valdrá la pena el ejercicio. Anota durante un mes lo que gastas en deudas, transporte, servicios, chucherías e incluso propinas. Usa una hoja de papel o tu celular, como te sientas cómodo(a), la idea es que puedas ver esos números con claridad.
Haz un presupuesto: ahora que sabes esa cifra, compárala con tu sueldo y arma un presupuesto viable. Planea cuánto dinero se irá a qué rubro el próximo mes, qué gastos puedes recortar, qué gastos adicionales puede haber (una visita al médico o la verificación del coche). Si de plano ves que gastas más de lo ganas, estás en el mejor momento para leer esto y poner orden para vivir a partir de tus posibilidades, eso es fundamental para evitar el sobregiro de las tarjetas o pedir prestado para llegar a la quincena.
Pon el ahorro como “gasto fijo”: la verdad es mucho más probable que consigas ahorrar si pones en tu mente ese propósito como algo ineludible, así como pagas los chilaquiles de los viernes o la televisión de paga. Básicamente eso te ayudará a cambiar la mentalidad de que el ahorro va al final de la cola en la repartición del sueldo. ¿Es muy difícil lo que te pedimos? Digamos que un poco en la medida que cambiarás un hábito casi cultural, pero la constancia es lo que irá llenando tu alcancía. ¡Tú puedes!
Espía tus propios gastos: ¿crees que gastar en cosas grandes te condena a la pobreza? La verdad es que a menudo los gastos pequeños y constantes (los gastos hormiga) son los que te meten en problemas. Vigila si se te está pasando la mano con algo y pisa el freno.
Recorta algunos servicios: cuántas veces has leído en internet que le bajes a tu consumo de café y así ahorrarás, ¿no? Por ejemplo, digamos que tramitaste una tarjeta departamental y no cancelaste el seguro que viene por default porque se te pasó, esa deuda generó intereses y así se te fueron varios cientos de pesos, dinero que bien podrías haber ahorrado. En otras palabras, puedes empezar a evitar gastos poniendo atención a este tipo de detalles.
Cancela suscripciones: y hablando de cancelaciones, pagar el gimnasio si no tienes una personalidad muy fitness o tener varios servicios de streaming para perderte ahí los fines de semana es algo de lo que podrías prescindir, ¿cierto? Cancela esas suscripciones y pon atención también en las renovaciones automáticas, sobre todo cuando estás en periodo de prueba de algún servicio. Ese dinero extra mejor que se vaya al cochinito de la vacación.
Controla tus impulsos: las tarjetas de crédito, los cajeros automáticos y las compras en línea hacen que gastar dinero sea más fácil que nunca. Sabemos que tener fuerza de voluntad para renunciar a eso que te encantó puede ser un desafío, pero intenta esperar 24 horas para reflexionar si de verdad necesitas comprar algo; una semana o más cuando la adquisición sea muy grande. Tal vez descubras que era solo un impulso. Otra forma de parar en seco a tu comprador(a) compulsivo(a) interior es calcular cuántas horas de trabajo representa el precio de aquello que quieres comprar. ¿Realmente vale la pena “invertir” 10 horas de salario y dolor de espalda por estar frente a la computadora por eso que quieres comprar en internet?
Conviértete en un consumidor “infiel”: no permitas que tu conexión emocional o tu lealtad con una marca o proveedor se interponga en tu camino al ahorro. Siempre puedes buscar un mejor trato en otro lugar. Considera estar abierto a la posibilidad de cambiar por la competencia si te brinda mejor valor.
No pretendas seguir el ritmo de las celebridades: en la televisión, el cine y las redes sociales abundan los viajes, las cenas, las fiestas, etcétera. Por desgracia, parecen menos sexies las finanzas personales y los planes para un retiro verdaderamente de película. Pero ¿te has preguntado qué pasa cuando dicen “corte” o cuándo se apagan las luces? Lo que de veras importa va más allá de un tren de vida sofisticado. Cuántos influencers se esfuerzan por crear entornos de ensueño que no siempre son reales, y aun cuando lo sean, tus necesidades y proyectos seguro son por completo distinto a los de esos extraños. Enfócate en tu bienestar y tranquilidad personal, eso incluye el dinero y las emociones. El resto fluirá mucho mejor cuando tengas claro que no tienes que competir con los demás, sino estar bien contigo mismo.
Evita la mentalidad de pobreza: para muchos no derrochar es una virtud, para otros se puede caer en el exceso de frugalidad. Escatimar nos pone en riesgo de desarrollar una mentalidad de pobreza o carencia, o sea aquella en la que la persona que preocupa por la escasez en de dinero, lo que no tiene o no puede conseguir.
Estas personas tienden a tener creencias autolimitadas y a tomar decisiones basadas en el miedo a fracasar. Por el contrario, las personas con mentalidad de prosperidad o abundancia basan sus decisiones en los potenciales beneficios. ¿Tú de qué lado prefieres estar?
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