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#RecluTips 6 estrategias para vencer a procrastinación

La procrastinación es el hábito de aplazar determinadas actividades y hacer en su lugar otras más agradables. En otras palabras, procrastinar es “dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”.

Cada vez que caes en este mal hábito aumentas tus tiempos de ejecución y te alejas de tus objetivos. Si quieres mejorar tu productividad es imprescindible prestar atención a esta conducta y trabajar para evitarla.

Es probable que te reconozcas como un procrastinador. Aunque el término es relativamente nuevo, la procrastinación es una conducta muy común. La buena noticia es que, al ser una conducta aprendida, también se puede desaprender.

El principal disparador de la procrastinación son los sentimientos negativos. Cuando te sientes estresado, indeciso, sobrepasado o incluso aburrido, es más probable que recurras a esta conducta. Es un mecanismo sencillo, basado en la tendencia natural de las personas a evitar cosas desagradables.

Sabiendo esto, si quieres evitar la procrastinación, debes controlar los sentimientos negativos que la desencadenan. Aunque no puedas eliminar por completo todos los sentimientos negativos relacionados con el desarrollo de tu trabajo, sí puedes controlar algunas situaciones que favorecen su aparición.

Quiero explicarte 6 estrategias que te ayudarán a vencer la procrastinación y mejorar tu productividad. Cada una de ellas te permitirá conocer los disparadores de esta conducta, y podrás empezar a trabajar hoy mismo para reducir su impacto.


1. Establece tus objetivos

Cuando tus objetivos son poco realistas o no están bien definidos, es más probable que termines procrastinando. Conocer el motivo que hay detrás de tu esfuerzo, te ayudará a vencer la tentación.

La motivación es una fuerza muy potente, que te empuja a realizar esfuerzos para conseguir lo que deseas. En este sentido, es lo opuesto a la procrastinación, porque te anima a aplazar recompensas inmediatas para lograr recompensas mayores a largo plazo.

A la hora de definir objetivos debes procurar que sean lo más específicos posibles. Los objetivos muy generales o amplios no resultan motivadores. Incluso pueden generar cierto malestar por percibirlos como demasiado lejanos o difíciles de alcanzar.

Otro requisito de los objetivos es que deben ser personales y motivadores para ti. Si pretendes alcanzar un objetivo que no te resulta relevante, difícilmente te vas a sentir motivado para trabajar en ello.


2. Organiza tu día

Uno de los principales desencadenantes de la procrastinación es tener que decidir cuál es la acción siguiente. No saber qué hacer genera sentimientos negativos y hace más probable que recurras a la procrastinación.

Habrás comprobado que la tentación aumenta en los momentos de cambio de tarea. El motivo es que iniciar una actividad genera cierta resistencia, porque requiere un esfuerzo extra. Si a esta resistencia se suma el esfuerzo mental de planear la siguiente actividad, las probabilidades de procrastinar se multiplican.

Para evitarlo, deberías tener tus actividades diarias planificadas, para saber siempre cuál es la siguiente tarea. Lo mejor es hacer la planificación el día anterior, para iniciar tu día con los objetivos claros.

3. Divide tu trabajo

Si te enfrentas a un trabajo demasiado complejo y no sabes cómo empezar, es probable que te asalten las dudas o te sientas sobrepasado. Son este tipo de sentimientos negativos los que ejercen como disparadores de la procrastinación.

Cuando te sientes incapaz de abordar algo surge la tentación de aplazar esa tarea, para hacer otras que te resulten más agradables o que estés seguro de poder empezar y terminar.

Para evitarlo la mejor estrategia es dividir tu trabajo en tareas pequeñas y sencillas de abordar. Cada parte del trabajo se convierte en una tarea simple que, una vez terminada, te genera sensación de logro y aumenta tu motivación.


4. Elimina distracciones

Si quieres estar más concentrado en tu trabajo debes eliminar o reducir al mínimo las potenciales fuentes de procrastinación. Es posible que tenga más mérito vencer la procrastinación en un entorno cargado de distracciones y fuentes alternativas de diversión, pero es un esfuerzo innecesario.

¿Cuáles son estas distracciones? Depende de cada caso, pero hay algunas muy comunes. Hoy en día, el teléfono móvil es la gran tentación, donde tenemos casi de todo: redes sociales, internet, videos, música, correo, contactos, juegos, etc.

Lo mejor es tenerlo en silencio y fuera del alcance de la vista. Si eres de los que piensa que debes estar constantemente conectado tengo una noticia para ti: no es en absoluto necesario. Para comprobarlo puedes preguntarte, de todas las notificaciones que tienes en tu móvil, ¿cuántas son realmente urgentes?

Además, hay posibilidades de mantenerse disponible para emergencias, evitando las distracciones. Los teléfonos permiten silenciar de manera selectiva las notificaciones. Lo ideal es tener todo silenciado, excepto las llamadas. Nadie recibe peticiones urgentes a través de redes sociales o correo electrónico; puedes permitirte estar unas horas sin atender estos canales.

 

Si trabajas con un ordenador, otra fuente de distracción es el acceso a internet. Algunos trucos para evitar la tentación son: desactivar la conexión a internet si no es imprescindible para tu tarea, eliminar los accesos directos para dificultar el acceso a tus páginas preferidas para procrastinar y no tener guardadas por defecto las claves de acceso a estas webs.

 

Las personas de tu entorno también generan interrupciones y son fuente de distracción. Aunque no puedes “silenciar” a las personas, sí puedes poner límites a sus interrupciones. Si estás concentrado y te interrumpen, puedes decir amablemente que atenderás a esa persona más tarde. Incluso, de manera preventiva, puedes avisar a tu entorno de los momentos del día en los que no quieres interrupciones.

El truco para que estas ideas funcionen es ofrecer un momento alternativo para atender las peticiones. No basta decir “ahora no puedo”, debes indicar cuándo estarás disponible.

La multitarea es otra fuente de distracciones que, además de disminuir tu rendimiento, facilita la procrastinación. Al tener varias tareas abiertas, es fácil que te decantes por la más agradable, aplazando otras más importantes.


5. Recompensa tu esfuerzo

Tener prevista una recompensa te anima a trabajar de manera más eficaz y productiva. Aunque puedes optar por la recompensa que quieras, una buena opcion son precisamente esas actividades agradables que has estado evitando.

El objetivo es dejar de utilizar estas actividades como justificación para no realizar tu trabajo. Cuando dejes de utilizarlas como excusa, podrás empezar a utilizarlas como recompensa por el trabajo bien hecho.

Usar recompensas de este tipo refuerza tu sensación de logro. No es lo mismo hacer algo agradable, que hacer algo agradable que te has ganado. Esta satisfacción hará que las siguientes veces te sea más fácil evitar la procrastinación.

Además, usarlas como recompensa, cambia la forma en que disfrutas de estas actividades. Si las realizas en el momento adecuado desaparece la culpa y dejas de escuchar esa voz que dice que deberías estar haciendo otras cosas.


6. Personaliza tus estrategias

Si quieres reducir el impacto de este mal hábito, es importante que observes tu propio comportamiento. No todas las personas procrastinamos igual, ni sentimos debilidad por las mismas actividades.

Debes identificar cuáles son las actividades que utilizas como vía de escape. Puedes llevarte alguna sorpresa y descubrir que estás procrastinando más de lo que crees.

Algunas actividades son claramente gratificantes y es fácil detectar que son una forma de evadirse. Pero hay tareas que, aunque no son gratificantes en sí mismas, sí pueden reportarte ganancias por el simple hecho de terminarlas.

Por ejemplo, poner la lavadora no suele ser muy gratificante. Pero si te sientes frustrado por no ser capaz de terminar tu trabajo, el hecho de poner la lavadora, es decir, ejecutar una tarea y terminarla con éxito, puede resultar satisfactorio.

Por último, tienes que conocer los disparadores concretos de tu conducta. Piensa en las situaciones en las que sueles procrastinar y busca tu patrón. Encontrarás las tareas y los momentos en los que la tentación es mayor.





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