Cuando recibimos un consejo, siempre hay que estar agradecidos de que alguien se esté tomando el tiempo para hacerlo. Sin embargo, por el hecho de que nos den un consejo, no quiere decir que lo tengamos que aplicar o que sea un buen pedazo de sabiduría.
No tiene sentido que creamos que, porque alguien tuvo el acto desinteresado y de buena fe de aconsejarnos, eso que nos dijeron sea una buena recomendación.
Así como hay gente buena y gente mala, gente inteligente y gente estúpida, también hay consejos buenos, malos, inteligentes y estúpidos.
Pensando un poco mejor en esto, decidí hacer una lista de los cinco peores consejos que he recibido, o que, al aplicarlos, para mi caso no resultaron ser tan buenos:
1. “Si lo sueñas lo vas a lograr”. Algunos dicen que los soñadores son los que se adueñan del mundo, y que la gente que no pierde la capacidad de soñar son los que alcanzan todo lo que se proponen…Nada más falso. Quedarse soñando eternamente es una de las razones por las que las personas nunca cumplen nada de lo que se proponen. Piensan que, por el sólo hecho de proyectar escenarios ideales en su mente y de ser optimistas, esos sueños se van a materializar.
Consejo real: El mundo no le pertenece a los soñadores, el mundo le pertenece a los ejecutores. Utiliza la regla del 90% - 10% para aprender a materializar esos sueños que tienes en la cabeza. La mayoría de las personas se pasa el 90% del tiempo soñando y el 10% ejecutando. Empieza a invertir esa tendencia: Al final, deberías estar soñando el 10% de tu tiempo, y el otro 90% lo deberías estar utilizando en planear y ejecutar esos sueños.
2. “El éxito de cualquier empresa radica en saber vender su producto y saber hacer marketing. Enfócate en aprender a vender y a hacer marketing”. Este es un buen consejo, pero solo de manera parcial. El problema de la mayoría de las personas que sigue este consejo es que se olvida de otros asuntos que son más importantes y que se deben desarrollar antes de aplicar las estrategias de marketing y de ventas.
Gracias a internet, los canales de distribución están cada vez más democratizados, y se vuelve más barato y más fácil acceder a diferentes herramientas de marketing para promocionar cualquier producto o servicio. Debido a la facilidad con la que ahora todos podemos utilizar y controlar los diferentes canales de distribución y de marketing, olvidamos el verdadero sentido y propósito de vender un producto o un servicio: solucionarle un problema a la gente o a otras empresas. El valor de ese producto o servicio se mide en qué tanto valor le está generando a otras personas o empresas.
Consejo real: De nada sirve tener una estrategia perfecta de ventas y de marketing, si el producto o servicio que estás ofreciendo es una porquería y no soluciona ningún problema o sino le hace la vida más fácil o más divertida a las personas. Vuelve a lo básico: Construye un producto o un servicio que la gente ame y por el que estén dispuestos a pagar.
Cuando tengas el producto, y entiendas porqué lo hiciste (qué problema vas a resolver) ahora sí te puedes enfocar en la estrategia de ventas y de marketing.
No caigas en la trampa de convertirte en uno de esos “gurús” de las redes sociales, que venden desde cursos de educación financiera hasta productos médicos milagrosos que hasta prometen curar el cáncer. No “vendas humo”, no te enfoques en conseguir seguidores en redes sociales y en promocionar un producto o un servicio que no esté a la altura de lo que promete.
3. "Piensa en grande y apúntale a las estrellas". Este consejo es un clásico. La gente siempre asocia el éxito con proyectos y ejecuciones monumentales. Por alguna razón, ahora lo único válido y respetable es lo “macro”, lo grande.
Poco a poco hemos perdido la capacidad de sentirnos orgullosos de los pequeños logros y las pequeñas acciones. Somos capaces de pensar en grande, pero no de ejecutar en grande. Hay una brecha gigantesca entre lo que la gente quiere hacer, y en cómo lo quiere hacer. Saben soñar, pero luego se estancan y se espantan al tratar de ponerlo en marcha.
Cuando nos damos cuenta de que soñar es mucho más fácil que ejecutar, nos invade la ansiedad y abandonamos todos los proyectos e ideas que queríamos ejecutar. Nos estrellamos con la realidad y nos damos cuenta de que eso de “pensar en grande” no es buen consejo sino sabemos cómo llevarlo a la realidad y a la ejecución.
Consejo real: Sigue pensando en grande, pero tomate el trabajo de dividir eso que pensaste en pequeños pasos que se vuelvan mucho más fáciles de ejecutar.
4. “Hay que dejárselo a los profesionales”. Otro de los principales obstáculos por los que la gente nunca se atreve a hacer lo que quiere hacer, es porque siente miedo de no estar lo suficientemente preparada para hacerlo. Es curioso, se nos olvida que la forma de prepararnos es precisamente mediante la experiencia: haciéndolo, equivocándonos, volviéndolo a hacer. Y para terminar de agravar las cosas, utilizamos la excusa de que, si no estamos lo suficientemente preparados, deberíamos dejárselo a otra persona, a un profesional, para que lo haga. En la realidad, esto muchas veces funciona al revés: el que es considerado experto, o profesional, no necesariamente es porque estudió en una universidad o hizo una carrera, sino porque algún día se atrevió a hacerlo, y de la práctica constante obtuvo habilidades y maestría, al punto de que ahora lo consideran profesional. Consejo real: No te deben dar miedo las etiquetas y los rangos con los que la gente se refiere a alguien: Experto, profesional, maestro, etc. Si quieres hacer algo, no hay ningún problema en que lo intentes, y que, mediante el ensayo y error, vayas conociendo el proceso de cómo mejorar constantemente. Yo no soy escritor profesional, y no tengo ni idea de qué estoy haciendo con este blog ni a donde me va a llevar…pero de lo que sí estoy seguro es que, si sigo escribiendo al menos un blog post de manera semanal y mantengo esa constancia, en un par de años voy a escribir mucho mejor de lo que lo hago ahora, y mis posts cada vez le van a generar más valor a mis lectores.
5. "Rodéate de personas con tus mismos gustos y tu misma forma de pensar". Este puede ser un buen consejo, pero aplicado sólo a ciertos contextos. Obvio que es importante rodearnos de personas con nuestros mismos ideales y forma de ver la vida, pero eso no necesariamente implica que tenga que tener exactamente nuestros mismos gustos ni las mismas líneas de pensamiento.
La vida sería demasiado aburrida si todos a nuestro alrededor pensaran igual. Parte de la diversión está en encontrar contrastes y conocer personas que nos hagan cuestionar nuestra forma de pensar, gente que nos incentive a hacer nuevos descubrimientos profesionales, musicales, espirituales, etc. Eso es lo que enriquece cualquier grupo social o grupo de trabajo: diversidad de pensamiento y de gustos. De la suma de excentricidades, locuras y formas extrañas de pensar de un grupo de personas es de donde se generan los mejores debates, las mejores ideas y las mejores soluciones para problemas.
Consejo real: No hay nada que hacer, a veces simplemente hay que prestarle atención a las frases clichés. Aplica la frase de “No juzgues un libro por su portada”. Evalúa qué tanta diversidad de pensamiento y de formas de ver la vida hay en tus grupos sociales. Si todos tus amigos y conocidos son exactamente como tú, llegó la hora de ampliar esos círculos y conocer nuevas personas.
Muchas de las actividades que hago en mi día a día, de mis hobbies y de mis gustos musicales, provienen de personas a mi alrededor con gustos completamente diferentes a los míos, de las cuales empecé a absorber nueva información, a aprender, y finalmente, a adquirir estos nuevos gustos.
No todos los consejos se acomodan a todas las personas. Los cinco consejos que acabas de leer a mí no me sirvieron, y por eso pienso que son un poco estúpidos para mi situación. Probablemente alguno de ellos para ti sí aplique, y probablemente mis consejos (las soluciones que propongo en este post) a ti te parezcan estúpidas. Está bien, el punto es tener siempre claro que un consejo es algo opcional, no algo que debamos tomar o aplicar solo porque alguien se tomó el trabajo y la amabilidad de brindárnoslo.
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